Ir al contenido principal

LAS GRANDES INUNDACIONES DE LA CUENCA DEL SEGURA









Ahora que se esta hablando mucho en los medios de comunicación acerca de la temible llegada de la GOTA FRIA y con ello las temidas inundaciones, vamos a hacer un repaso a la historia de las grandes inundaciones catastróficas que ha tenido la cuenca del Segura a su paso por la Región de Murcia.

"El Segura es un hecho geográfico notable y al mismo tiempo una suma de acontecimientos históricos para controlarlo y ordenar sus aguas. Durante siglos, y quizás milenios, las tierras bajas ribereñas, las huertas y poblaciones han vivido bajo la amenaza de inundaciones catastróficas. Si bien, el río, eje vital del territorio, ha dejado de ser hoy, prácticamente, una fuerza natural temida mediante la construcción de embalses.

Debido a la complejidad de las crecidas torrenciales y catastróficas, resulta difícil a los especialistas en la materia ajustar por métodos estadísticos-hidrológicos, las leyes de distribución de precipitaciones máximas y de caudales de máxima crecida, ya que el fenómeno se registra de forma muy irregular en el tiempo y en el espacio. Precisamente la ordenación de los recursos hídricos y la lucha contra las inundaciones dependen en gran medida de la disponibilidad de datos sobre la variación de las crecidas, su formación y su propagación. Sin embargo, el principal problema que se plantea al estudiar las precipitaciones y crecidas máximas en la Cuenca del Segura y subcuencas correspondientes, es la escasez de series de datos directos que registren las lluvias y caudales con suficiente extensión.

Referencias cronológicas de las principales crecidas de la Cuenca del Segura:

Las referencias más antiguas sobre inundaciones datan del año 47 a. de J. C., en el que aparece fechada la inundación que se denomina de «Julio César». Dada la antigüedad de dichas referencias, puede ser puesta en duda la veracidad de 1as mismas. Desde entonces y hasta 1143, en que se produce la riada de «Santa Lucía», no se tiene constancia de este fenómeno, aunque tal carencia de información no presupone la inexistencia de crecidas importantes. La información aumenta con el transcurso del tiempo, prueba de ello es que, frente a la penuria de datos, en el siglo XIII se recogen las fechas de dos riadas. La primera es del año 1258 y de 1292 la segunda. Desde tan temprana época ya se menciona el hecho que ha de conferir, en gran medida, el carácter catastrófico de la riada de nuestra región, es decir, la confluencia de las ondas de crecida de los ríos Segura y Guadalentín. En el siglo XIV se destacan las inundaciones padecidas en 1356, 1379 y 1392. Siendo, sin duda, la de 1392 -mes de octubre- la de mayor entidad, causando muchas víctimas, así como la destrucción de los puentes de Murcia y de Orihuela. Del siglo XV se tiene referencia de seis crecidas catastróficas, las de los años 1416, 1445, 1446, 1465, 1485, 1494. Todas tienen en común el haber producido importantes daños en la ciudad de Murcia, sobre todo en los barrios periféricos (barrio de la Arrixaca), y en su huerta. Los primeros del XVI, concretamente 1504 y 1505, registran los desbordamientos de los ríos Segura y Guadalentín con mayor incidencia en el período octubre-marzo.

Las inundaciones de los años 1528 y 1531 no registraron tan graves repercusiones. En los siguientes años se produce un vacío informativo de este fenómeno, hasta la de «San Lucas», que tuvo lugar el 18 de octubre de 1545, con desastrosas consecuencias para la ciudad y huerta. Otras crecidas con desbordamiento del siglo fueron las de 1556. A causa de las aguas se inundan las parroquias de San Judas y San Miguel. Se mencionan las de 1558, 1565, la del 16 de septiembre de 1568, inundación ésta que se continuó hasta el día 25 del mismo mes. De la centuria del siglo XVII se posee ya más información, sin embargo, no puede hablarse de una mayor frecuencia del fenómeno natural estudiado. Las más notables aparecen fechadas el 16 de septiembre de 1600, el 5 de octubre de 1602, y en los años 1604, 1612, 1615, 1634, 1648. Pero, sin duda, la que merece mayor atención es la que ocasionó el desbordamiento del 15 de octubre de 1651 (Riada de San Calixto), una de las más trágicas registradas en los anales hidrológicos de la Cuenca del Segura.

De consecuencias también trágicas, aunque de menor cuantía, fueron las inundaciones de 1653, que afectaron a las localidades de Lorca y Murcia. Del XVII son también las del 23 de febrero de 1656, la de “San Miguel Arcángel”, en 1664, la de «San Patricio», que duró del 5 al 15 de marzo de 1672; la de «Santo Tomás» de 1683 y la de «Santa Catalina» en 1694. La mayor información sobre riadas con desbordamiento en el siglo XVIII va a permitir agruparlas en períodos de años y detectar cierta regularidad en el fenómeno que se analiza.

Al primer cuarto de siglo corresponden las crecidas de 25 y 26 de septiembre de 1701 (crecida de San García), la de 1702, las dos que se produjeron en 1704, el 26 de agosto y el 28 de octubre, afectando esta última a Cartagena por el desbordamiento de la rambla de Benipila. Asimismo, merecen destacarse las de abril de 1707 y 1709; febrero de 1710 y octubre de 1713. Un segundo período se deslinda entre los años 1725 y 1750, de él se poseen datos que hablan de las inundaciones de los años 1726, 1727, 1728, 1731 (de San Nicomedes), 1732, 1733 (de Nuestra Señora de los Reyes).El hecho de que gran número de inundaciones sean conocidas por nombres de santos, obedece a la costumbre de denominarlas según la festividad del día en que se produjeron.

En cambio, el tercer cuarto de siglo sólo tiene registradas dos inundaciones, la de «San Simón y San Judas» el 28 de octubre de 1769 y la ocurrida en 1773. Nuevas crecidas van a inundar, una vez más, las tierras bajas ribereñas de los ríos Segura y Guadalentín; la del 13 de mayo de 1775, «San Pedro Regalado»; la del 12 de enero de 1778 y la de un año antes, que inundó los barrios periféricos de la ciudad de Lorca. Otras riadas se produjeron en 1783, la conocida como «San Francisco de Borja».

El 15 de noviembre de 1788, la huerta de Murcia sufrió de nuevo los efectos de otra grave inundación, ocasionada esta vez por la acción simultánea de los ríos Mula, Segura y Guadalentín, fecha que cierra el trágico inventario de inundaciones graves del siglo XVIII.

El siglo XIX se abre con la más trágica riada que el río Guadalentín ha proporcionado a la ciudad de Lorca, el 30 de abril de 1802 se rompió el pantano de Puentes, en corto espacio de tiempo se vaciaron más de 30 millones de m³ de agua. Desde tal fecha se observó un período largo de calma en los cursos de la región, que fue roto por las riadas de 1825 en los meses de mayo y septiembre. A partir de entonces, la frecuencia del fenómeno natural se hace más rápida, produciéndose de nuevo inundaciones en 1828, provocadas por el Guadalentín, al igual que sucederá con el Segura en 1829 y con el río Mula en 1830. En 1831 se produce, de nuevo, una riada de mayores consecuencias que las anteriores. Dos años después, será la acción conjunta del Segura y del Guadalentín la causa de nuevas avenidas. Tras la inundación de 1838, es de señalar la del 3 de octubre de 1839, que afectó especialmente a Lorca. La década de los cincuenta va a conocer nada menos que cuatro importantes inundaciones registradas en los años 1850, 1852, 1856 y 1860, siendo esta última la más grave.

Durante los doce años siguientes, las vegas murcianas no se verán afectadas por la acción violenta de las aguas fluviales. 54 inundaciones 3 catastróficas, precipitaciones torrenciales el fenómeno dejó sentir de nuevo sus graves efectos a consecuencia del Guadalentín. Años después, en 1876, será el Segura quien inunde 1% huertas de Murcia y Orihuela, abriendo un ciclo de desbordamientos de regularidad anual, sólo in- terrumpido en 1881. El frecuente solapamiento de las ondas de crecida de los ríos Segura y Guadalentín se producirá de nuevo el 28 de junio de 1877, resultando inundada la Vega Baja. Al año siguiente se conoció otra de duración considerable, citándose entre los daños la destrucción de la Contraparada. Sin duda alguna supera en magnitud a todas las del siglo la de «Santa Teresa», que empezó el 14 de octubre de 1879 con la avenida del río Guadalentín, que al unirse con el Segura, también en crecida, ocasionó el día 15 la inundación de toda la Vega Baja hasta el mar. Como muestra de la intensidad que alcanzó, hay que resaltar el enorme caudal, 2.500 m³/s. , que circuló por el Segura a la altura de la ciudad de Murcia. La acción combinada de estos ríos se repite el día 7 de noviembre de 1880, provocando la rotura del Reguerón. La riada de los «30 días» en enero de 1881, puede poner un límite a estos turbulentos años. Pero los de 1884 y 1885 abren de nuevo un ciclo de características similares al anterior. En 1887 van a tener lugar inundaciones en mayo y noviembre que ocasionaron víctimas y cuantiosos destrozos materiales. Un año después, la rambla de Benipila descarga sus aguas de crecida sobre la localidad de Cartagena. A partir de 1887 y hasta 1891, las inundaciones se repetirán casi anualmente. Famosa fue la del año 1888, riada de «La Feria», que debe su nombre a la fecha en que se produjo del 2 al 14 de septiembre, provocando la inundación de los barrios próximos al río en la ciudad de Lorca, generalizándose la crecida en la huerta de Murcia con la aportación de la avenida del Segura.

De duración notable fue la de 1890, «Riada de los 43 días», que afectó tanto al Segura como al Guadalentín. Este período va a finalizar con la importante riada de «San Jacinto», que duró del 3 al 13 de septiembre de 1891 y alcanzó una extraordinaria importancia, como se deduce de las informaciones de la época, que llegan a considerarla como superior a la de Santa Teresa. El caudal que algunas crónicas dan de la riada de Sta. Teresa, es de 25.000 m³/s. Sin duda la exageración de tal cifra la descaliíica. Los caudales debieron oscilar entre los 2.000 y 3.000 m³/s., impresionantes volúmenes para un río de la modestia del Segura. Al revisar la abundante literatura sobre inundaciones, quizás el aspecto más destacado sea la fantasía a la que tan aficionados son los cronistas de la época De ahí que haya que considerar con gran prudencia muchas de las informaciones, en esencial cuantas más antiguas son.

Con la crecida de “San Aniceto” 27 de junio de 1900 comienza la relación de avenidas del siglo XX. Le siguió la del 5 de septiembre de 1906, desbordándose la rambla de Benipila, inundando Cartagena, lo mismo hicieron el Guadalentín y el Segura con las huertas de Murcia y Orihuela. En 1916 se dieron dos crecidas muy próximas en el tiempo, el 21 de noviembre la de «San Saturnino», con una potencia grande en el Segura y un carácter más débil en el Guadalentín; la segunda, el 30 de diciembre, provocada por el Segura, que anegó gran extensión de la huerta. Con las inundaciones de este año se abre un nuevo período de significativa pluviosidad y torrencialidad, siendo exponente de ello el gran número de años con inundaciones, que desde esta fecha y hasta 1931 se produce en las principales arterias de la cuenca, a veces varias en un mismo año. Los años de inundación del período son: 1919, «riada de San Jerónimo»; 1921, 1923, 1924, 1926, 1927, 1928, 1929, 1931. Si de tal relación hubiese de destacar

alguna, sería, sin duda, la de «San Quintín», el 31 de octubre de 1923, que por su magnitud recordó a la de «Santa Teresa», de 1879 y a la de 1651. En toda la década de los treinta no se reseña nada de importancia en cuanto al fenómeno de torrencialidad se refiere, sólo habría que destacar la avenida de 1939. Por el contrario, la década de los cuarenta fue muy abundante en inundaciones. Comienza el nuevo período con la de junio de 1941, a la que seguirá la del 10 de octubre de 1946, espectacular crecida de los ríos Segura y Guadalentín, que sumarán un caudal en Murcia de 1.000m³ /s.

Esta crecida dejó los cauces en mal estado, siendo la causa fundamental de las inundaciones del 15 de febrero de 1947, año en que se producirá un nuevo desastre, y del 28 de septiembre, esta vez por las enormes crecidas de las ramblas del sector de Santomera, que provocaron inundaciones desde Monteagudo a Guardamar, al unirse estas aguas con la crecida de intensidad media que traía el Segura. La última inundación de la década, como tantas otras provocadas por la unión del Segura y del Guadalentín, tuvo lugar el 22 de octubre de 1948.

Puede considerarse que la segunda mitad del siglo XX está siendo pródiga en inundaciones. Este, como otros datos de caudal, corresponde al máximo instantáneo alcanzado en un lugar y hora concretos, por tanto no es tangible a toda la dirección de la avenida. Etapas históricas, pero que debido a la insuficiencia de datos, no han podido ser caracterizadas como tales.

A este periodo corresponden las crecidas con desbordamiento de 1950, la de octubre de 1952 que afectaron al campo de Cartagena por el desbordamiento de sus ramblas, y en especial a la localidad de Torre-Pacheco. También en dicho mes se registró una avenida en Murcia. La última inundación de esta década fue la del 21 de octubre de 1953.

En la década de los sesenta se registraron varias avenidas, tales como la de 1963, aunque al ser regulada ésta por los embalses del Mundo y del Segura, no llegó a revestir consecuencias trágicas. Otras fueron las de septiembre de 1966, mes de lluvias torrenciales, hecho que se pone de manifiesto al considerar la crecida del día 14, que afectó a Santomera y a Aguilas; al día siguiente, las aguas alcanzaron tal caudal, que a su paso arrastraron gran cantidad de árboles y tierra de labor. El día 24 las aguas llegaron a rebasar el cauce de la rambla de Nogalte a la altura de Puerto-Lumbreras. De la misma década son las crecidas de las ramblas de Santomera retenidas por el embalse del mismo nombre, cosa que no sucedió con la rambla de Abanilla, lo que ocasionó considerables daños en Orihuela. En los años setenta habría que destacar dos importantes inundaciones, la motivada por las intensas lluvias de los días 18, 19 y 20 de octubre de 1972, ambas afectaron a la Vega Baja y provocaron el desbordamiento de la rambla de Benipila y la consiguiente inundación del Almarjal de Cartagena. Pero es la inundación de 19 octubre de 1973, sin duda, la más importante, tanto por las consecuencias dramáticas que revistió como por el caudal que los ríos de la cuenca desalojaron. Fue provocada por el potente temporal que se desarrolló prácticamente en la totalidad de la cuenca del Segura. Dicha inundación se dejó sentir de manera predominante en Puerto-Lumbreras, donde debido al desbordamiento de la rambla de Nogalte, se produjo la pérdida de vidas humanas (fallecen 86 personas en puerto Lumbreras y 13 en Lorca) y cuantiosos daños materiales. En Lorca el río Guadalentín inundó barrios y huertas. Las aguas de este río, colmadas, una vez más, a las del Segura, inundaron amplias depresiones de Sangorera la Verde, buena parte de la huerta de Murcia y también de la Vega Baja".

FUENTE: INUNDACIONES CATASTROFICAS, PRECIPITACIONES TORRENCIALES Y EROSIÓN EN LA PROVINCIA DE MURCIA. TRABAJO DIRIGIDO POR FRANCISCO LÓPEZ BERMÚDEZ

Como se puede apreciar en la cronología de las grandes inundaciones de la Cuenca del Segura, las avenidas que sufrimos en la Región de Murcia están datadas casi siempre entre mediados de Septiembre y finales de Octubre, por lo tanto hay que estar pendientes del cielo durante este margen de tiempo

Comentarios

Entradas populares de este blog

EL MENJÚ (ANTES Y DESPUES)

En El reino musulmán de Murcia en el siglo XIII, recuerda Torres Fontes que la Crónica General de Alfonso X registra que en junio de 1228 el caudillo murciano Aben Hud, descendiente de los antiguos reyes de Zaragoza, se alzó en el castillo de Ricote contra los Almohades….Los documentos en que se hace referencia al pago de diezmos que el mencionado paraje debía satisfacer al Comendador de la Orden de Santiago –que se encuentran en el Archivo de la Catedral de Murcia y en el Archivo Municipal de Cieza- lo denominan Abenjud en 1475 y Benjú en 1780….Ha sido en los tiempos modernos, a partir de finales del siglo XVIII, cuando el topónimo da muestras de una importante corrupción fonética: cambia la –b- inicial por –m-……Así pues de Aben Hud se pasa a Abenjud , de aquí a Benjú, y este último se corrompe y llega a Menjú. (María José Díez de Revenga, Catedrática de Filología. Artículo publicado en la revista En Cieza en agosto de 1984). La finca de El Menjú fue comprada a principios del s

HISTORIA DEL PUENTE DE HIERRO DE BLANCA

El Grupo de Trabajo "Valle del Segura" de Blanca nos facilita un estudio de investigación que realizaron sobre el  Puente de Hierro de Blanca. El trabajo dice así: El proyecto del "Puente de Hierro" , nació en la España de principios del s. XX, en un país que, como señalan José Mª Serrano y Alfredo Morales Gil, carecía de un Plan Nacional de Infraestructuras y que seguían aún utilizando como viario la deteriorada Red Romana. El Proyecto del Puente y las vías de acceso de tercer orden, Ojós-Blanca-Abarán, son fruto de una iniciativa local. El proyecto surge como una necesidad evidente del municipio, que desde las sucesivas corporaciones locales, se reitera en su solicitud a los sucesivos gobiernos desde la restauración, gobiernos de concentración, dictadura y república. Por otro lado descartar que desde el diseño, concepción y aprobación del proyecto, hasta su ejecución, pasaron demasiados años. Todo ello en una España pobre y escasa de recursos. Vista la

LA MINA MARÍA EN GILICO

Antonio Llorente Guarda Fluvial de la zona de Cehegín, nos comenta que en el año 1988 hubo una crecida del Río Quipar a su paso por la mina María en Gilico, inundando el río, el Pozo Kinito. Dicho pozo era una mina de extracción mineral a cielo abierto, donde crearon una gran oquedad junto al río Quipar, siendo necesario desviar y canalizar las aguas del río para no afectar a la explotación. El hueco de la mina tiene un volumen de 3.600.000 m3 , con una profundidad de 90 metros . En el centro de la oquedad se encontraba la magnetita, habiendo dos afloramientos, uno de calizas y ofitas y el otro de pórfidos. Hoy día los pórfidos se están usando para los firmes de las carreteras. En Noviembre de 1988 hubo unas fuertes lluvias que inundaron por completo el pozo convirtiéndolo en un lago artificial. Ha día de hoy el pozo de Kinito se encuentra inundado, sigue siendo todo un espectáculo visitarlo ya que han pasado 22 años y siguen bombeando agua al río Quipar. Antonio Llorente nos com